19 de enero de 2009

Una mañana


Un día te levantas, un día igual que los demás, sin nada especial. El sol sale por el mismo sitio que siempre, y la ciudad vuelve a ser un hervidero. No puedes salir de tu cama, ni siquiera puedes abrir los ojos. Preso de ti mismo. Otra vez, otra vez contruyendo castillos al lado de las olas. Irremediablemente se viene abajo, en esta lucha contra ti mismo, todos los ataques son desesperados, no hay un solo momentos en el que no se reabran las heridas, se infecten los cortes, o se suiciden los caidos.

Esa tregua ficticia que me autoimpuse, me cegó. Que gran error, irremediable, irreparable. Que gran error. Caer en una espiral de autocompasión, sentimental y sintetica, valiendote de abrazos y pastillas, que gran error. ¡Si pudieras volvera por mi, Suerte! Tirado en la cama, hecho un ovillo, lagrimas en los ojos, y un dolor infernal en mis entrañas, cualquier movimiento es una cuchillada. Ni si quiera me atrevo a respirar. Me da miedo el amanecer, me da miedo el dolor. Antes de cerrar los ojos, clamo con y contra los Dioses, les pido no despertar, sumirme en un sueño eterno.

Aun asi, siempre despierto por la mañana.

5 de enero de 2009

Palabras.

El silencio de la noche roto solo por los sollozos mudos. Los ojos repletos de lagrimas, que manchan suavemente la camisa, la boca abierta, chillando sordamente. ¿Quien es? Desperación.

Tengo tantas cosas que decirte, tantas cosas que vivir contigo aun, pero sin ti, cariño, no puedo. Me falta el aire, me tiembla el cuerpo, me arden los ojos, mi boca esta reseca. No tengo vida, no sin ti cariño, no sin ti... Nunca pensé que te amaría hasta tal punto, no creia en que eso fuera posible, ni que fuera capaz. Hasta ahora. Si te vas, mi amor, me pierdo, me siento en un rincon a ver la vida pasar, no quiero hacer nada más.

Solo són palabras, o eso debería creer.