26 de julio de 2011

Kimi nakute...


Un Julio que parece Otoño. Todo el frío que no sentí tiempo atrás ha venido de golpe. Te marchaste y ni siquiera han quedado las hojas secas de los arboles. No hay esperanza. Siempre pienso que cuando llegue a casa, ahí estarás tu, que cuando suene mi teléfono aparecerá tu nombre en la pantalla y cuando este en camino tu estarás esperando a ala mitad. No hay nadie cuando llego, el teléfono no suena nunca y hago el camino solo.

Lo peor es el vacío, esa sensación de estar hueco. Las emociones me resbalan y lo único que queda es el dolor. Un dolor amargo, agudo y punzante. Siempre aderezado con lágrimas, todas las que no solté delante de ti. Te lo dije, ahora no me verás llorar pero cuando te vayas lloraré, lloraré mucho y muy amargamente. De nada ha servido la experiencia, contigo ha sido y es todo nuevo. Estoy asustado, muy asustado. Qué pasará si nunca te vas de mi cabeza, si nunca abandonas mis pensamientos. Me aterra la idea.

Me olvidaba de las noches. Tu cuerpo, tu calidez, tu respiración, tu paz. Nada, ya no hay nada que abrazar, nada que acariciar, nada que sentir ni nada por lo que dejarse llevar. Odio dormir solo, odio no poder expresar lo que siento. Me queman los ojos, me tiemblan las manos y los demonios me comen por dentro. Ciertamente sin ti, demasiado inmenso es el bosque.

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