
Las flores cortadas no viven eternamente, lo mismo pasa con las esperanzas de los hombres. Al principio, feroces y seguras, brillando como la juventud de un día soleado. A medida que pasa el tiempo, decae, se agacha, y con la mirada perdida, deja paso a la oscuridad. Al día siguiente, otra vez. Todo es un ciclo. Las flores son únicas e irrepetibles, no puedes disfrutar de ellas eternamente. Se caen y se pudren, volviendo a su origen.
Entonces las calles ya no relucen, los balcones no deslumbran. Ya no hay brisa ni fragancia. Solo una yerma visión de la nada, donde día a día vives. Eso es la pasión, un instante, una chispa, algo que si te alcanza, te quema. Cuando quedas preso de sus llamas ya no puedes volver a ser el mismo. Te ha dejado desnudo a los ojos de los demás.
Las emociones a las personas son como la hiedra a los arboles, tarde o temprano, acaban asfixiando las. Antes que eso pase, debemos caer con todo nuestro esplendor, antes que marchitar nos en una rama ahogados de inmundicia.
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