10 de febrero de 2013

Sábanas

Camas que parecen prisiones, días que pareen castigos y el reloj que no para de sonar. Seguir o no seguir, esa es la cuestión. Me había hecho fuerte creyendo que ahora había vuelto más fuerte y en parte, era verdad. Sencillamente no contaba con una cosa y es que a veces, los problemas también se vuelven más fuertes.

Desde hace ya unos años tomé la determinación de no dejarme dominar por los temores del pasado y no, no me he olvidado, sencillamente cometí lo que podríamos llamarlo error, aunque no lo es pero así se entiende mejor.

Cuando avanzas sin nada que perder nada te afecta, es un arma de doble filo. Sacrificas una felicidad mayor por una estabilidad sin sorpresas, parecía un trato bastante justo, al principio. Sin embargo, las sorpresas hacen juicio a su nombre y aparecen cuando menos te lo esperas. No digo que fuera malo, todo lo contrario, pero no tuve el cuidado que debiera.

No ha sido fácil volver a casa, tenía muchas razones para irme y muy pocas para quedarme. Cambió, es cierto, pero ahora ya no importa. ¿Como puede un animal humano acostumbrarse al juego llamado vida? La torpeza se ha convertido en el estigma que ni con sangre he borrado todavía.

Sin embargo, quiero creer en la esperanza. Sigo buscando y buscando algo que por fin me ayude a romper con esas cadenas que con el tiempo se han hecho más pesadas y que ha sido un error creer que no estaban. Algún día me desharé de ellas, hay muchas maneras y quien sabe qué pasará. Desde hace unos días, salir de la cama se ha convertido en un acto de fe. 

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